La economía circular supone romper con unos criterios de producción y consumo, los de la economía lineal, basados en el fabricar-usar-tirar, profundamente enraizados en la cultura económica occidental. Y esa condición de cambio de paradigma en favor de un sistema más sostenible y circular es, al mismo tiempo, su principal ventaja y también su gran inconveniente. Porque una revolución de semejante calado solo puede salir adelante si cuenta con un apoyo tan incondicional como masivo. Un sustento colectivo que le permita penetrar y asentarse en todas las capas de los sistemas sociales y económicos. Y en ese esfuerzo grupal y cohesionado es crucial que todos y cada uno de los agentes implicados cumplan su parte. Estos son los principales actores en la economía circular.
Los actores en la economía circular son:
- Las autoridades
- Las empresas
- El consumidor
- Los facilitadores
Actores de la economía circular: las autoridades
Todo cambio cultural –y la economía circular tiene mucho de eso– se activa con mayor efectividad y rapidez si emana desde la cúspide para ir descendiendo por las sucesivas capas que tiene por debajo hasta alcanzar la base. En el caso de la economía circular, esa capilaridad, que es la clave de su éxito, debe partir desde las autoridades y distintas administraciones públicas. Ellas son quienes tienen los medios para empezar a articular los cambios, la capacidad legislativa para regularlos y el alcance mediático para trasladar su mensaje hasta el gran público.
Esa triple capacidad hace de las autoridades un actor fundamental en la economía circular que, afortunadamente, cuenta con numerosos y poderosos apoyos entre gobiernos y autoridades. En el caso de España, estos se inician más allá de sus fronteras territoriales, en el mismo centro de gobierno de la Unión Europea, institución que ha situado a la economía circular en el seno de su estrategia para los próximos años, y continúan con el Gobierno de España, gobiernos autonómicos y ayuntamientos a través de distintas iniciativas y políticas de orientación circular.
A nivel continental, el impulso europeo se materializa en numerosas normas legislativas, ayudas económicas y políticas marco dirigidas a los países miembros. Entre estas últimas, destaca el Pacto Verde Europeo, un paquete de iniciativas políticas cuyo objetivo es empujar a la UE hacia la senda de la transición ecológica y de un modelo productivo más respetuoso con el entorno.
Dentro de este Pacto Verde Europeo, en 2021 la Comisión Europea aprobó un Plan de Acción de Economía Circular, con el objetivo de lograr una economía completamente circular, ambientalmente sostenible, libre de tóxicos y sin emisiones de carbono para 2050. Entre las objetivos específicos incluidos en el mismo, figuran rediseñar los productos para que sean más duraderos y sencillos de reparar, luchar contra el blanqueo ecológico o ‘greenwashing’, reducir el volumen de residuos, facilitar el acceso a los recursos, crear empleo y generar nuevas oportunidades de negocio, aumentar la colaboración entre los diferentes sectores productivos o impulsar la digitalización de la economía.
En España, la Estrategia Española de Economía Circular, España Circular 2030, sigue la estela europea sentando las bases para impulsar un modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible, la generación de residuos se reduzca al mínimo y aquellos que sea inevitable generar se aprovechen al máximo.
Otra de las palancas que las autoridades pueden activar para poner en marcha estas políticas es la legislativa. Numerosas leyes, tanto a nivel europeo como nacional o autonómico, están contribuyendo a que los pronunciamientos de la economía circular lleguen a la vida cotidiana de las personas. Un ejemplo es la reciente Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, centrada en los residuos y su tratamiento.
Las autoridades tienen otras muchas formas de ejercer un papel activo y trascendental en el éxito de una cultura circular. Desde músculo económico para apoyar iniciativas públicas y privadas en esta materia, hasta campañas de concienciación ciudadana.
Las empresas
El tejido empresarial es otro importante actor en la economía circular. Al fin y al cabo, son las propietarias de los sistemas productivos que este sistema económico pretende cambiar. Su participación activa y responsable es, por tanto, esencial para que pueda operarse el cambio de paradigma. La mayor parte de las empresas han comprendido no solo la necesidad que tiene el planeta de que esa transformación se haga realidad, sino también las ventajas, en términos de economías de escala, ahorro energético y de costes o reputación que les aportaría. Un reciente informe elaborado por Accenture apunta que el 68% de las empresas ya cuenta con objetivos y mecanismos de gobierno para la economía circular, y un 69% tiene en su comité de dirección un responsable directo en esta materia. En cuanto a sus motivaciones, un 48% de las empresas busca mejorar su rentabilidad (ingresos/costes) a través de la economía circular, frente a un 52% que busca mejorar su imagen o mitigar riesgos.
Las empresas tienen muchas formas de potenciar e impulsar la economía circular. Una de las más fecundas es desde el ámbito asociativo. Iniciativas como Forética o Econ permiten, a través del intercambio de buenas prácticas y la difusión de proyectos, acelerar la transición circular y ayudar a otras empresas a recorrer ese camino.
El consumidor
En la base de esa pirámide de los actores de la economía circular, pero con rol de actor principal, está el ciudadano de a pie. Los consumidores tienen la última palabra en materia de economía circular, ya que son ellos, con sus decisiones de compra y la gestión que realizan de sus propios residuos, quienes tienen capacidad de materializarla en acciones y convertirla en hábito. Decisiones como a qué tipo de empresas compran, si sustituyen o reparan sus bienes de consumo cuando estos dejan de funcionar correctamente o qué hacen con los residuos de sus productos y envases una vez estos son consumidos o llegan al final de su vida útil.
Respecto a este último punto, según datos de Ecoembes, el hábito medioambiental más extendido entre la población española es el reciclaje de envases domésticos, por encima de otros como apagar la luz o cerrar los grifos. Según el estudio ‘Hábitos de la población española ante el reciclaje‘, realizado por el Instituto Catchment para Ecoembes, el 82,9% de los ciudadanos declara tener de media tres cubos, bolsas o espacios en casa para reciclar y destinan uno de ellos a los envases de plástico, metal y briks, que van al contenedor amarillo, lo que supone un incremento de más diez puntos porcentuales respecto al año 2015 (72,5%).
Según este mismo informe, en 2021 cada español depositó de media 18,8 kilos de residuos a uno de los 383.508 contenedores amarillos que hay distribuidos en las calles de todo el país, es decir, una bolsa cada cuatro días aproximadamente. Por lo que se refiere al papel y el cartón, cada ciudadano depositó de media 19,3 kilos de este tipo de residuos en los 240.297 contenedores azules instalados en España.
Los Facilitadores
El sistema de recogida selectiva de envases y residuos de envases es un ejemplo perfecto de cómo la colaboración público-privada es la mejor manera de garantizar que la economía circular llegue hasta todos los rincones de la sociedad. Pero para que esa cadena que une en un mismo circuito circular a ayuntamientos, empresas y ciudadanos funcione como un reloj se necesita la participación activa de otro tipo de actor que actúe como impulsor, coordinador e inspirador de todo el sistema para llevarlo a cabo dentro de los campos de acción de la economía circular. Otro de los actores de la economía circular en España son entidades como Ecoembes formadas por las empresas comprometidas que están obligadas por Ley a asumir la responsabilidad de financiar el coste de la recogida de los residuos de envase que ponen en el mercado. Es el SCRAP de envases domésticos ligeros en España, que, al igual que otros como SCRAPS como Ecovidrio (para envases de vidrio), SIGFITO (para envases de productos agrarios), AEVAE (para envases de productos fitosanitarios y fertilizantes), SIGRE (para envases de medicamentos y medicamentos caducados), FUNDACIÓN ECOPILAS (para la recogida de pilas y acumuladores), SIGNUS y TNU (para neumáticos fuera de uso) o SIGAUS y SIGPI (para aceites industriales usados), ejercen como ‘facilitador’ o catalizadores de la economía circular en nuestro país, asegurándose de que esa compleja cadena funciona y prestando apoyo a sus distintos eslabones para que cada uno de ellos pueda hacer su parte.