Economía circular y el principio de la colaboración

No resulta fácil etiquetar a la economía circular bajo una única categoría. ¿Corriente? ¿Tendencia? ¿Modelo económico? ¿Filosofía? La economía circular es todo eso y mucho más, una especie de calima que lo impregna todo poco a poco y transforma a su paso la manera en que las personas y las empresas se relacionan con el planeta e interiorizan esa relación. Estas son algunas de sus características y las reglas que la rigen.

 

Principios de la Economía Circular

 

Según la Fundación Ellen MacArthur, una de las organizaciones que con mayor fuerza impulsa la cultura de la circularidad en el mundo, la economía circular es la alternativa «reparadora y regenerativa» a un modelo económico tradicional, el de la producción y consumo lineal que está llevando los recursos naturales finitos de la Tierra peligrosamente hasta el límite de su capacidad. Bajo esa premisa, la economía circular propone toda una filosofía de vida que abarca todos los eslabones de la cadena de valor de la producción y consumo de bienes.

 

La circularidad puede resumirse en una serie de principios básicos:

 

Eliminar residuos y reducir la contaminación desde el diseño. Se sabe que el 80% del impacto ambiental de un producto se determina ya durante la fase de diseño; es decir, antes incluso de que los materiales entren en la cadena de producción. En este sentido, el ecodiseño permite crear productos más sostenibles en origen a través de la reducción de su peso, la utilización de material reciclado o la concepción de productos pensados para poder ser reutilizados o reciclados una vez concluida su vida útil.

 

Mantener productos y materiales en uso. Apostar por su durabilidad –luchando contra la obsolescencia programada– y por su reparabilidad en caso de rotura o avería –en lugar de limitarse a desecharlos y reemplazarlos por otros nuevos– resulta fundamental. Los consumidores son muy favorables a esta idea: una encuesta del Eurobarómetro reveló que el 77 % de los ciudadanos de la Unión Europea preferiría arreglar sus dispositivos en vez de sustituirlos. Una normativa europea de marzo de 2021 ya ha asentado ese «derecho a reparar» como una medida destinada a la reducción del impacto ambiental de los productos de consumo.

 

Regenerar sistemas naturales. Los recursos naturales de la Tierra no son infinitos y su consumo indiscriminado nos condena al desastre. Es imprescindible disminuir drásticamente el uso que hacemos de ellos y dejar pasar el tiempo suficiente para su regeneración. Una iniciativa interesante en este sentido –y que invita a la reflexión– es el día de sobrecapacidad de la Tierra, que calcula el momento exacto de cada año en el que la humanidad ha consumido todos los recursos que el planeta puede generar en un año. Un dato para la reflexión: en 2023 ese día llegó el 2 de agosto.

 

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