Etiqueta inteligente, la voz del producto

En 1952 se patentó en Estados Unidos la primera etiqueta inteligente de la historia: el código de barras. Un invento que no llegó a España hasta 1977, cuando Mercadona lo impulsó en sus establecimientos. En aquel momento, este avance tecnológico no supuso para el cliente un incremento significativo de conocimiento sobre los productos en relación al que ya tenía. Como mucho le aportó una mayor comodidad y agilidad a la hora de pasar por caja. Por aquel entonces, ni los requerimientos legales ni el nivel de exigencia del consumidor eran los que tenemos ahora en cuanto al tipo y cantidad de información que deben incluir las etiquetas de los envases.

 

En la actualidad, el comprador está cada vez más concienciado con aspectos como la sostenibilidad o la trazabilidad y quiere saber qué es exactamente lo que se está llevando a su casa, sobre todo, si se trata de un producto de alimentación. En un mundo altamente globalizado, la confianza de los consumidores es un factor cada vez más decisivo como desencadenante de compra, y son muchos los que demandan mayores niveles de conocimiento sobre el producto que tienen ante sí antes de meterlo en su cesta de la compra.

 

Etiqueta inteligente

 

La etiqueta inteligente es aquella que permite superar la brecha informativa de los clásicos rótulos de los envases que, por su reducido tamaño, no permiten albergar demasiados detalles acerca de las características del producto. En los últimos años, la tecnología ha permitido crear una solución revolucionaria para atender esas crecientes exigencias de información de un gran número de consumidores que ya no se conforman con una lista de ingredientes o una fecha de caducidad o consumo preferente.

 

Las etiquetas inteligentes abren un nuevo mundo para un nuevo tipo de consumidor crítico e informado y trascienden los límites del espacio físico para ampliar la información más allá de un envase de unas determinadas dimensiones.

 

Una de sus ventajas es que, por ejemplo, permiten su lectura con un teléfono móvil en el mismo punto de venta. De este modo se ofrece al consumidor una información mucho más completa del producto a nivel global, que va desde su trazabilidad hasta la vida útil, los alérgenos u otras sustancias que puede contener e incluso la capacidad que tiene el envase de ser reciclado. Además, permiten comprobar la información nutricional del producto, para así ratificar la veracidad de determinados adjetivos, como “natural” o “saludable”, que se incluyen en el envase de ciertos productos pero que, en ocasiones, no cuentan con una argumentación científica que lo sustente.

 

 

 

Tecnología de etiquetas inteligentes

 

La etiqueta inteligente se basa en la aplicación de distintas tecnologías. Una de las más extendidas y conocidas es el código QR. Creada en 1994 por la compañía japonesa Denso Wave, esta evolución del código de barras es un módulo que almacena información en una matriz de puntos que puede ser leída por un lector QR instalado en un teléfono móvil, que abre una aplicación en Internet y que alberga información sobre el del producto. Otras tecnologías aplicadas a la creación de etiquetas inteligentes son las etiquetas RFID –identificación por radiofrecuencia–, la NFT (Non-Fungible Token) –unidades de valor que se le asignan a un modelo de negocio– o la cadena blockchain.

 

Etiqueta inteligente y salud alimentaria

 

Un tipo de etiqueta inteligente especialmente interesante por las posibilidades funcionales que ofrece es la que se basa en placas de identificación por radiofrecuencia (tecnología RFID), en forma de etiqueta adhesiva. Estas etiquetas no solo informan sobre el tipo de producto, el precio y la fecha de envasado, sino que realizan un seguimiento y unos indicadores que alertan sobre posibles incidencias en los envases, como alteraciones en la cadena de frío. Si se producen variaciones significativas de temperatura o si el producto lleva demasiado tiempo en las estanterías, estos indicadores cambian de color, lo que sirve para dar una respuesta rápida al consumidor y alerta al consumidor de que el producto puede estar en mal estado.

 

Existen también etiquetas que cambian de color en función de la humedad o de si el alimento envasado puede convertirse en un riesgo para la salud del consumidor por la presencia de microorganismos potencialmente perjudiciales. Hay incluso etiquetas inteligentes que permiten evaluar la frescura de frutas y verduras envasadas, y otras que son capaces de detectar compuestos que se originan por el envejecimiento de los alimentos, como el dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno o amoniaco.

 

Beneficios de la etiqueta inteligente 

 

El etiquetado inteligente es un factor determinante para la construcción de un sistema alimentario más transparente y sostenible. Y todo gracias a unos avances tecnológicos que están haciendo virar los hábitos de consumo hacia una actividad económica cada vez más circular y conectada con el planeta. Conocer qué alimentos son los más adecuados para la nutrición de nuestros hijos, comprobar la sostenibilidad en la cadena de valor de un producto o promover una alimentación más saludable son algunos de los aspectos que un consumidor consciente puede conocer a golpe de clic gracias a las etiquetas inteligentes. Un estudio de la organización de consumidores OCU en colaboración con el Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social, Otro consumo para un futuro mejor, señalaba en sus conclusiones que un 73% de ciudadanos españoles toma decisiones de compra basándose en motivos éticos y de sostenibilidad, aunque matiza que en ocasiones encuentran obstáculos como falta de información, precio y accesibilidad.

 

Los beneficios de la etiqueta inteligente alcanzan también al ámbito empresarial. En la gestión logística, por ejemplo, las empresas pueden realizar inventarios más fiables y rápidos, reduciendo la intervención humana en la lectura de etiquetas convencionales y los movimientos de personal, entre otras ventajas. De igual manera, la promoción y marketing de los productos también se ven beneficiados, al permitir a las marcas promocionar sus productos y fidelizar a clientes cada vez más digitalizados mediante una comunicación interactiva más atractiva e innovadora que incluya promociones especiales, información sobre las actividades de Responsabilidad social corporativa (RSC )de las marcas o aspectos lúdicos vinculados a la gamificación. Un ejemplo de ello es la campaña para realizar un test sobre el grado de conocimiento sobre la correcta elección de envases que ofrece Tetrapak en sus bricks de cartón.

 

La utilización de envases cada vez más sostenibles y seguros que garanticen el estado del producto y favorezcan la reducción del desperdicio alimentario requieren de la participación del consumidor, que debe conocer las propiedades y características de los productos. En este sentido, las etiquetas inteligentes son parte importante en los envases y colaboran activamente en el cuidado del medio ambiente.

 

Ejemplos de etiqueta inteligente

 

La cadena de supermercados Eroski se ha sumado a la innovación de las etiquetas inteligentes, especialmente en los productos cárnicos. De este modo, el consumidor obtiene una información exhaustiva de la trazabilidad del producto, que incluye datos como las granjas de procedencia, información sobre el bienestar animal o la calidad de vida de estos animales.

 

La Diputación de Valladolid creó en 2021 una plataforma para dotar de etiquetas inteligentes a los productos agroalimentarios de las empresas que forman parte de la marca “Alimentos de Valladolid. A gusto de todos”. Esta plataforma se enmarca dentro de una iniciativa de apoyo y promoción de la digitalización de las empresas de la provincia. Su objetivo es el acercamiento entre productores y consumidores, atendiendo a la tendencia cada vez más extendida de consumir productos de proximidad y a un mayor interés por conocer el origen y características de los productos.

 

La tecnología NFC como códigos bidimensionales unívocos con tintas invisibles ha permitido a la bodega Matarromera de Valbuena de Duero incluir en su vino tinto Melior una etiqueta inteligente que permita llevar a cabo un seguimiento desde los inicios de su producción hasta el punto de consumo final. Además, posee un sistema de seguridad contra falsificaciones. Con solo acercar el teléfono móvil a la etiqueta, el comprador puede acceder a diversos contenidos como su origen y elaboración, una vídeocata del vino o consejos de maridaje, entre otros.

 

Las bodegas son, de hecho, uno de los ámbitos que con mayor entusiasmo se han sumado a la adopción de las etiquetas inteligentes. Un caso llamativo es el de la bodega gallega Mar de Frades, que incorpora en sus botellas un logo termosensible que indica el momento preciso en el que el vino alcanza la temperatura idónea para ser degustado. También es destacable el caso de los vinos Bardos de la bodega Vintae, que incorpora a su etiquetado una tecnología de realidad aumentada que permite al usuario acceder a los Páramos de Corcos en la Ribera del Duero y conocer de manera experiencial el trabajo de las personas que participan en la elaboración del vino.

 

Otro ejemplo que, aun no siendo una etiqueta inteligente en sentido estricto, puede ilustrar muy bien las muchas posibilidades de la aplicación de la tecnología al entorno de los envases es el contenedor amarillo inteligente creado por Ecoembes. Se trata de un aro situado en la boca del contenedor que reconoce los tipos de envases y al usuario que recicla, previamente registrado. Estos contenedores están incorporados en el Sistema de Devolución y Retorno (SDR) Reciclos, un sistema de reciclaje con recompensa en forma de puntos canjeables por incentivos sociales o ambientales creado por Ecoembes.  

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