Un indicador es una pista que nos ayuda a anticipar una realidad antes incluso de que esta se haga patente. Unas décimas de fiebre alertan sobre un mal funcionamiento del organismo. El humo es señal inequívoca de fuego. Oscuros nubarrones suelen anunciar lluvia. Y, en una tormenta, el relámpago acostumbra a ir por delante del trueno. Hay profesiones, como los meteorólogos, sociólogos, médicos o corredores de bolsa, que basan buena parte de su éxito en su pericia interpretando las señales que captan en su entorno. En definitiva, los indicadores nos hacen ser más conscientes del mundo en el que vivimos y nos ayudan a desenvolvernos en él gracias a su capacidad para anunciar problemas con antelación o para aconsejar o desaconsejar un cambio de rumbo respecto a la dirección inicial. Son, por tanto, necesarios en todos los ámbitos de la vida y, por supuesto, también en una cuestión tan trascendental para el futuro de la humanidad como es el cambio climático. Así son los indicadores ambientales.
Definición y propósito de los indicadores ambientales
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, un indicador es «un parámetro, o el valor resultante de un conjunto de parámetros, que ofrece información sobre un fenómeno, y que posee un significado más amplio que el estrictamente asociado a la configuración del parámetro». Trasladado al ámbito del estudio del medio ambiente, los indicadores ambientales tratan de describir y mostrar los estados, la evolución y las dinámicas de los principales componentes ambientales, como la cantidad y calidad de agua, la calidad del aire, el estado de conservación de la biodiversidad, la disponibilidad de recursos naturales, el grado de contaminación de las ciudades, la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos, la generación de residuos o la gestión ambiental.
Los indicadores ambientales permiten mostrar la situación ambiental de un país o región y conectar esa valiosa información con distintas variables sociales, económicas o institucionales. Facilitan un análisis basado en datos y apoyado en metodología científica del estado del medio ambiente, fijándose en diferentes aspectos relevantes del mismo.
En cuanto a su propósito, los indicadores ambientales sirven para informar a los agentes implicados en la gestión medioambiental sobre el estado general del entorno, ayudan a evaluar la eficacia de las políticas desarrolladas en ese ámbito y a tomar mejores y más informadas decisiones acerca de posibles medidas, mejoras o cambios.
Importancia de los indicadores ambientales en la evaluación del desempeño ambiental
Los indicadores ambientales son fundamentales dentro de la evaluación del desempeño ambiental por diversas razones:
- Miden y monitorean. Los indicadores ambientales facilitan mediciones tanto cuantitativas como cualitativas que permiten apreciar la evolución de un factor ambiental a lo largo del tiempo. De esta forma, es más fácil comprender tendencias, identificar posibles problemas emergentes y medir los progresos realizados en un momento dado y compararlos con otros periodos.
- Son buenas herramientas de comunicación. Permiten trasladar de una forma sencilla, comprensible y, en muchos casos, gráfica, problemas ambientales complejos a una diversidad de públicos.
- Miden los impactos. Los indicadores ambientales sirven para cuantificar el impacto de las acciones humanas sobre el medio ambiente, lo que resulta esencial para priorizar acciones destinadas a prevenirlos o mitigarlos.
- Facilitan la toma de decisiones. Aportan datos y argumentos objetivos que sirven para respaldar o rebatir una propuesta, medida o política ambiental, además de facilitar la identificación de problemas.
- Hacen seguimiento. De las políticas en marcha, haciendo una valoración de su eficacia y resultados. Esto es esencial de cara a realizar ajustes, reforzar o rediseñar estrategias.
Tipos de indicadores ambientales
Se podría decir que existen tantos tipos de indicadores ambientales como problemas asociados a la crisis climática. Una clasificación típica se establece sobre el criterio de la naturaleza de los datos disponibles. Según esta, los indicadores se agrupan en tres tipos:
- Tipo I. Los datos están permanentemente disponibles ya que son obtenidos gracias a una monitorización continua. Por ejemplo, los datos que se recogen en las estaciones meteorológicas.
- Tipo ll. Cálculos a partir de datos procedentes de la monitorización permanente, que necesitan apoyarse en datos adicionales para completar la evaluación.
- Tipo lll. No tienen base matemática ni se basan en datos disponibles. Son meramente conceptuales.
En su portal de indicadores ambientales, el MITECO identifica las siguientes categorías y subcategorías asociadas:
Aire y clima
- Emisiones y calidad del aire: por ejemplo, emisiones de GEI por habitante y PIB, emisiones de contaminantes atmosféricos o superaciones de calidad del aire.
- Energía y clima: entre estos indicadores, están el consumo de energía primaria y final, la generación de energía de origen renovable, la dependencia energética exterior o los avisos por fenómenos meteorológicos adversos.
Naturaleza
- Medio natural: como, por ejemplo, el número y superficie acumulada de espacios protegidos, las alertas de especies tóxicas invasoras, el número de actuaciones del Seprona (vigilancia ambiental) o el número de incendios forestales y superficie afectada.
- Suelo: los indicadores de esta categoría son la superficie de parcelas urbanas y de parcelas edificadas y la pérdida de suelo por erosión.
- Costas y medio marino: aquí entran las basuras marinas en playas, los microplásticos en playas o la calidad de las aguas de baño marino.
- Aguas continentales: se trata de uno de los apartados con mayor número de indicadores, con hasta 19. Entre ellos, están las reservas de agua embalsada, los contenidos de nitratos, amonio o fosfatos en ríos, los vertidos de aguas residuales o la siniestralidad por inundación fluvial.
Sectores económicos
- Agricultura: consumo de fertilizantes, agricultura y ganadería ecológicas, consumo de productos fitosanitarios o superficie de regadío.
- Pesca: capturas de la flota pesquera o productos de acuicultura.
- Industria: consumo de energía final por el sector industrial, accidentes durante el transporte de mercancías peligrosas o emisión de contaminantes atmosféricos por el sector industrial.
- Medio urbano y hogares: transporte público urbano o consumo de energía final en el sector hogares.
- Turismo: número de visitantes a los parques nacionales, turismo rural (alojamientos, plazas, turistas y pernoctaciones), número de alojamientos con etiqueta europea ecológica Ecolabel.
Sostenibilidad
- Reto demográfico y sociedad: población, índice de envejecimiento, municipios que pierden población en la última década, municipios en riesgo demográfico o población en riesgo de pobreza o exclusión social.
- Economía circular y residuos: aquí entran la generación de residuos municipales, el tratamiento de residuos municipales, el consumo nacional de materias, la tasa de circularidad o el gasto medio por hogar en reparación y mantenimiento de los productos.
Salud
- Salud y evaluación de riesgo ambiental: personas fallecidas por desastres naturales, mortalidad por golpe de calor o impacto en la salud de la exposición a la contaminación atmosférica.
Diseño y selección de indicadores ambientales
Una metodología de uso extendido para el diseño de indicadores ambientales es la propuesta por el Marco para el Desarrollo de las Estadísticas Ambientales (MDEA) de Naciones Unidas. Básicamente, esta metodología proporciona pautas para la producción de estadísticas ambientales de calidad. Su objetivo es aportar un marco común y coherente para la creación de indicadores ambientales que permita efectuar comparaciones a nivel mundial. El marco incluye indicaciones sobre conceptos y definiciones, áreas temáticas, fuentes fiables de datos, uso de los indicadores ambientales, integración de datos y cooperación internacional.
Ejemplos de indicadores ambientales
Entidades públicas y privadas han creado sus propios indicadores ambientales, algunos de los cuales están muy consolidados y tomados como estándar en todo el mundo. Algunos ejemplos son:
- Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES). Este indicador fue formulado en 1989 por los investigadores Herman Daly y John Cobb en su libro For the common good. Mide la sostenibilidad del bienestar de una población a través de la aplicación de un coeficiente de desigualdad socioeconómica, el coeficiente de Gini. Se suele utilizar para medir la eficacia de políticas de desarrollo sostenible.
- Índice de Desarrollo Humano (IDH). Evalúa el estado de las poblaciones en relación a tres factores clave: salud, educación y riqueza económica.
- Índice de Sostenibilidad Ambiental (ISA). Elaborado por las universidades de Yale y Columbia, este índice integra 76 variables clasificadas en 21 indicadores de sostenibilidad ambiental, que a su vez están agrupados en cinco componentes: sistema ambiental, reducción del estrés ambiental, reducción de la vulnerabilidad humana al estrés ambiental, capacidad institucional y social para responder a los cambios ambientales y administración global.
- Índice de Desempeño Ambiental (IDA). Cuantifica la eficacia de las diferentes políticas ambientales que un país ha implementado durante un cierto periodo de tiempo. Esta evaluación permite determinar el impacto de estas políticas en el entorno y tomar, en su caso, medidas correctoras.
- Índice Global de Economía Verde (GGEI). Creado en 2010 por la consultora internacional Dula Citizen, analiza los esfuerzos e inversiones que los distintos países están realizando para adaptar sus economías a unos modelos más respetuosos y sostenibles con el medio ambiente.
- Huella Ecológica (HE). Creado por los investigadores Mathis Wackernagel y William Rees a mediados de los años 90 del siglo pasado, este indicador mide el consumo de los recursos naturales de un país y lo compara con la capacidad natural de renovación de estos recursos.
- Huella de carbono. Establece la cantidad de gases de efecto invernadero que una persona, empresa, industria o ciudad producen de manera directa (Alcance 1) o indirecta (Alcance 2).
- Huella Hídrica. Sirve para cuantificar el uso que una persona, organización, incluso un país hace del agua. Existen tres tipos de huella hídrica: azul (agua procedente de los recursos de agua subterráneos o superficiales), verde (la que queda almacenada en el suelo procedente de la lluvia) y gris (aguas residuales).
- Índice Planeta Vivo (IPV). Diseñado por World Wildlife Fund International (WWF), mide la abundancia de especies silvestres en el planeta, para lo cual monitoriza la evolución de poblaciones globales de aves, mamíferos, reptiles, anfibios y peces.
Contribución de los indicadores ambientales a los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Los indicadores ambientales están íntimamente ligados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y facilitan informar sobre los avances producidos en todos ellos. En concreto, para el seguimiento de los 17 ODS se diseñaron 232 indicadores medibles a través de datos estadísticos.
Algunos ejemplos de ello son:
- ODS 6. Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. Meta 6.1. De aquí a 2030, lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos. Indicador 6.1.1. Proporción de la población que utiliza servicios de suministro de agua potable gestionados sin riesgos.
- ODS 12. Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. Meta 12.5. De aquí a 2030, reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización. Indicador 12.5.1. Tasa nacional de reciclado, en toneladas de material reciclado.
Desafíos y limitaciones de los indicadores ambientales
A pesar de su incuestionable utilidad, los indicadores ambientales también tienen que hacer frente a no pocos desafíos y limitaciones. Entre las principales figuran:
- Creciente complejidad. Los problemas ambientales han ganado en complejidad, intensidad y frecuencia como resultado de la acción humana. Esto significa que un único indicador puede ser insuficiente para describir adecuadamente una situación porque tiende a simplificarla en exceso o no alcanza a comprenderla en su totalidad.
- Relación causa-efecto. Las relaciones causa-efecto entre impactos y componentes ambientales no siempre están suficientemente claras, ya que pueden ser el resultado de complejas interacciones entre una multiplicidad de factores.
- Variabilidad. Los indicadores pueden oscilar significativamente entre distintos momentos o zonas geográficas, lo que hace más difícil realizar comparaciones entre países o dinámicas de evolución a lo largo de una línea temporal.
- Falta de homogeneización. La ausencia de estándares uniformes y universalmente compartidos es uno de los problemas que más pone en cuestión la utilidad de los indicadores ambientales. En ese sentido, iniciativas como la de MDEA aportan uniformidad a la generación de indicadores.
- Nuevos desafíos ambientales. Los cambios ambientales ganan en velocidad y también surgen nuevos como resultado de la evolución de las actividades humanas (por ejemplo, los residuos electrónicos), lo que obliga a actualizar los indicadores existentes y a buscar otros nuevos.
- Escasa disponibilidad de los datos. Con frecuencia los datos ambientales disponibles para alimentar un indicador son limitados o se encuentran dispersos, lo que dificulta la construcción de indicadores sólidos.
- Insuficiente integración de las TIC. La llegada de tecnologías exponenciales como la IA o el big data pueden y deben ser determinantes para mejorar el análisis y procesamiento de datos de manera que sea posible contar con unos indicadores ambientales cada vez más precisos, exhaustivos y actualizados.
Plataformas digitales para el análisis de datos
La IA ofrece interesantes aplicaciones al mundo de la medición del desempeño ambiental y a la mejora de sus indicadores. Entre las ventajas que ofrece, destacan la monitorización precisa y en tiempo real de los distintos componentes del medio ambiente. Pero también es muy potente su capacidad para evaluar el impacto ambiental de las actividades humanas o de los eventos climáticos extremos, prevenirlos gracias a la simulación y proyección de posibles escenarios y mitigar sus efectos, por ejemplo, a través de proyectos de eficiencia energética o de la gestión de residuos.