Reciclar significa cuidar el medio ambiente. De hecho, dar una segunda vida a los residuos es una acción fundamental para el impulso de la economía circular, un paradigma económico que se antoja el único posible en un futuro más sostenible. Sin embargo, actualmente –y a pesar de que los beneficios del reciclaje se han demostrado por activa y por pasiva–, hay quien todavía cree en algunos falsos mitos del reciclaje que solo impiden que la práctica del reciclaje avance y restarle valor a la importancia del reciclaje. Vamos a ver algunos mitos sobre el reciclaje que no son ciertos y veremos por qué:
Reciclar es caro (Falso)
Los defensores de este mito argumentan que reciclar requiere unas inversiones (infraestructuras, plantas de reciclaje, sistemas de recogida selectiva, etc.) de tal magnitud que superan con creces los beneficios de reciclar. Sin embargo, se trata de una tesis que no se sostiene ni desde un punto de vista exclusivamente económico ni, mucho menos si incluimos en la ecuación el coste medioambiental. Basta con pensar que los productos reciclados usan materias primas procedentes de otros productos y que, por tanto, no han de extraerse de la naturaleza ni necesitan ser transportados desde de otros países o continentes, por lo que siempre resultarán más sostenibles económicamente.
Además, el reciclaje permite reutilizar un residuo que antes terminaba en el vertedero o en la incineradora, con lo que, además de precisar menor cantidad de materias primas para su fabricación, también hay ahorro hay en términos de agua, energía y huella de carbono. Según la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense, el reciclaje de latas de aluminio ahorra un 95% de la energía necesaria para fabricar latas nuevas a partir de materias primas. El reciclaje de papel supone ahorros de alrededor de un 60%, y el del y vidrio ahorra casi un tercio de la energía necesaria para la fabricación de esos productos partir de materiales vírgenes.
Reciclar contamina más que producir (Falso)
Se trata de otro mito del reciclaje que prefiere fijarse en el detalle del propio proceso de la actividad en lugar de contemplar el conjunto; es decir, en los millones de procesos contaminantes que el reciclaje permite ahorrar. El reciclaje implica una reducción del consumo energético y de las materias primas muy significativa respecto a la que supondría la fabricación de un producto nuevo. Según datos de Ecoembes, cada seis botellas de plástico recicladas contrarrestan la contaminación generada durante 10 minutos por el tubo de escape de un coche.
En los camiones de basura se mezcla todo tipo de residuos (Falso)
Según este mito, los camiones y las plantas de reciclaje son una especie de coctelera en la que todo acaba en el mismo saco, lo que convierte la actividad recicladora en doblemente compleja y costosa.
Sin embargo, los que sostienen esta tesis desconocen por completo la actual mecánica de la recogida de basuras y residuos. Los camiones especiales para cada tipo de residuo, como plástico, vidrio, papel etc., son una realidad desde hace años. Existen incluso camiones de basura equipados con un sistema bicompartimentado que facilita la recolección de diferentes fracciones de residuos sin que estos se mezclen.
Además, es falso que los residuos acaben mezclados en las plantas de reciclaje: estas tienen un proceso de selección y clasificación de la basura tanto por el tipo de residuos como por la clase de material dentro de cada tipo (por ejemplo, distintos tipos de plástico).
Los productos reciclados son de peor calidad (Falso)
Este mito del reciclaje invita a desconfiar de una botella fabricada con material reciclado porque asume que esas materias primas originales habrán perdido propiedades durante el proceso de transformación.
Multitud de estudios se han encargado de demostrar que esto no es cierto y que tanto el vidrio como el aluminio, el cartón y muchos plásticos pueden ser reciclados de forma casi ilimitada sin perder su calidad. De un rollo de papel de aluminio reciclado adecuadamente se puede obtener otro rollo exactamente igual, y además es una operación que se puede repetir indefinidamente. En el caso concreto del aluminio, reciclar no solo es una gran oportunidad para mantener el flujo de circularidad, sino que no hacerlo supone un grave problema, ya que por cada tonelada de papel de aluminio no reciclada hay que extraer de la tierra 4 toneladas de bauxita (principal mena del aluminio industrial) para reponerla en el mercado.
Afortunadamente, este es uno de los mitos del reciclaje que el paso del tiempo y los avances tecnológicos de los procesos de reciclado han contribuido a ir desmontando poco a poco.
El sector del reciclaje destruye empleo (Falso)
Según esta otro de los mitos del reciclaje, centrarse en el reciclaje implica la pérdida de puestos en trabajo vertederos y otros ámbitos de la recogida de basura.
Se trata de una afirmación que parte de un análisis sesgado de la situación: incluso aunque fuera cierto que algunos puestos de trabajo vayan a desaparecer (es inevitable en todo cambio disruptivo), desde numerosos ámbitos se insiste en que serán muchos más los que se creen como consecuencia del cambio de modelo. Sin ir más lejos, la Organización Mundial del Trabajo estima que surgirán 24 millones nuevos de puestos de trabajo gracias a la economía verde en los próximos años.
Pero ni siquiera hace falta irse hasta el futuro para comprobar que el reciclaje no solo no destruye, sino que crea empleo. Según un estudio presentado en 2020 por el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud de CCOO (ISTAS-CCOO), el empleo total -directo e indirecto- asociado a la gestión del sistema colectivo de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP) de envases de plástico, latas y briks y de papel y cartón, Ecoembes, ascendía a 46.210 personas.
Si ya pago la tasa de basura no tengo por qué reciclar
Este es otro de los grandes mitos del reciclaje insinúa de alguna manera que el ciudadano paga dos veces por el mismo concepto y afea el hecho de que hagan “trabajar” al contribuyente bajando hasta el contenedor de su calle a llevar los residuos por un servicio por el que ya está pagando impuestos.
Asimismo, esta creencia parte de un error de concepto que confunde el sistema de recogida de basura ‘normal’ –que es por la que se paga una tasa al Ayuntamiento– con el servicio de recogida de residuos separada en los contenedores de colores, que es, en última instancia, responsabilidad de las empresas que envasan y comercializan esos productos.
A este respecto, la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) traslada a los fabricantes el coste de la gestión de los residuos que generan sus productos en el mercado. En España la Responsabilidad Ampliada del Productor es introducida por la Ley 10/1998 y actualmente sigue regulada por la Ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y suelos contaminados. Ésta obliga a aparatos electrónicos y electrónicos, pilas y acumuladores, vehículos, envases, neumáticos y aceites minerales.
El nuevo Proyecto del Real Decreto de envases y residuos de envases, actualmente en fase de tramitación, introduce novedades respecto a la Responsabilidad Ampliada para el Productor, ampliándola a los envases comerciales e industriales y estableciendo obligaciones informativas y cumplimiento de objetivos y obligaciones financieras que se podrán cubrir de forma individual o colectiva. También se marcan nuevos objetivos de cumplimiento para productores y sistemas colectivos por encima de los establecidos en las Directivas Europeas. Además, el proyecto de Real Decreto establece nuevos costes asociados a los envases recuperados a través de la fracción resto y de la limpieza de vías públicas, playas y zonas recreativas.
Este mito es especialmente peligroso porque se fundamenta en una concepción anticuada de los derechos y obligaciones del ciudadano, al poner todo el peso de la responsabilidad del reciclaje en terceros. Sin embargo, en la economía circular, el ciudadano no puede limitarse a ejercer como beneficiario pasivo de la sostenibilidad, sino que es un agente activo, protagonista y corresponsable de reciclar sus propios residuos.
La iniciativa individual de reciclar no va salvar al mundo
De nuevo, entre estos mitos del reciclaje están los que pretenden, de alguna manera, eludir responsabilidades transmitiendo la idea de que cuidar el medio ambiente no es una tarea que ataña a cada uno de los ciudadanos de forma individual. Sin embargo, el pequeño gesto de depositar los envases en el contenedor de reciclaje adecuado es el primer paso para avanzar en el cuidado del medio ambiente y la lucha contra la contaminación. O sea que sí, la iniciativa de cada uno de nosotros de reciclar sí podría salvar al mundo. De hecho, solo millones de iniciativas individuales actuando juntas podrán hacerlo.
Ni siquiera la excusa de que no hay suficientes contenedores es sostenible, ya que en la actualidad, el 99% de los españoles tiene acceso a los contenedores amarillos y azules que les permiten separar adecuadamente sus residuos. Es más, según Ecoembes, el uso de esos contenedores ha crecido un 32% en los últimos años.