Este paso, acordado el pasado mes de diciembre de 2020, sitúa a Europa como líder en la lucha contra el cambio climático, y refleja un claro aumento de la ambición de los países a la par que sienta las bases para un nuevo modelo de economía verde.
El Acuerdo de París nació con el reto de los países de limitar el calentamiento más allá de 1,5 grados respecto a niveles preindustriales aunque en la actualidad mantiene un estrecho margen de maniobra. Desde París, las emisiones de CO2 han aumentado de 53.000 millones de toneladas en 2015 a los 55.000 millones de toneladas actuales, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP). Y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha advertido de que el planeta avanza hacia un calentamiento global de 3 a 5 grados a finales de este siglo, en lugar de mantenerse en los objetivos de París (1,5-2 grados).
El último estudio de la Red de Acción Climática (CAN), publicado a finales de 2020, detallaba que de los 58 estados más contaminantes del mundo ninguno sigue la trayectoria adecuada para cumplir con París.
Pero hay motivos para la esperanza. China, uno de los países más contaminantes, responsable del 28 por ciento de las emisiones globales, ha sorprendido al anunciar recientemente la neutralidad en sus emisiones en 40 años, y la llegada de Joe Biden al poder en EEUU, con la pretensión inmediata del nuevo presidente electo de dar un nuevo impulso al, hasta ahora, agónico tratado.
En España, la hoja de ruta a 2030, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), aspira a reducir un tercio las actuales emisiones de CO2 durante la presente década.
Fuente: EFEverde