La Organización de las Naciones Unidas define el desarrollo sostenible como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. En los últimos años el desarrollo sostenible se ha erigido como el principio rector para conseguir el desarrollo mundial a largo plazo. Este concepto se sustenta sobre tres pilares principales: desarrollo de un sistema económico sostenible, desarrollo social y la protección del medioambiente, pero, ¿qué relación tiene el reciclaje y desarrollo sostenible?
El 25 de septiembre de 2015 los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta, así como para asegurar la prosperidad para todos. Estos objetivos se incluyeron dentro de una agenda de desarrollo sostenible con metas específicas en cada uno de ellos que deben alcanzarse en los próximos 15 años. Los objetivos recogidos en la agenda son:
- Fin de la pobreza
- Hambre cero
- Salud y bienestar
- Educación y calidad
- Igualdad de género
- Agua limpia y saneamiento
- Energía asequible y no contaminante
- Trabajo decente y crecimiento económico
- Agua, industria, innovación e infraestructura
- Reducción de las desigualdades
- Ciudades y comunidades sostenibles
- Producción y consumos responsables
- Acción por el clima
- Vida submarina
- Vida de ecosistemas terrestres
- Paz, justicia e instituciones sólidas
- Alianzas para lograr los objetivos
La hoja de ruta marcada por la Agenda 2030 aboga, entre otros puntos, por garantizar un modelo de consumo y producción sostenible que ayude a implementar un modelo de economía circular. Dentro de su objetivo número 12, propone como meta reducir de forma considerable la generación de desechos “mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización” de cara al año 2030.
Una de las premisas para conseguir este desarrollo sostenible es hacer un uso eficiente de los recursos naturales. Esto se consigue haciendo una distribución más equitativa entre la población y reduciendo el impacto que supone la transformación de estos recursos sobre el medioambiente.
Según los datos de Naciones Unidas, cada año se estima que un tercio de toda la comida producida, el equivalente a 1.300 millones de toneladas con un valor cercano al billón de dólares, acaba pudriéndose en los cubos de basura de los consumidores o minoristas o incluso estropeándose. Según las estimaciones de la ONU, en caso de que la población mundial alcance los 9.600 millones de personas en 2050, podría ser necesario el equivalente a casi tres planetas para poder proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales.
Con el consumo y producción sostenible se trata de desvincular el crecimiento económico de la degradación medioambiental, así como aumentar la eficiencia de recursos y promover estilos de vida sostenibles.
Reciclaje y desarrollo sostenible
El reciclado es una gran herramienta para ayudar a promover el establecimiento de modelos productivos sostenibles por distintos motivos. En primer lugar, permite ahorrar energía de forma significativa: reciclar los materiales para ampliar su vida útil resulta mucho más eficiente energéticamente.
En segundo lugar, ayuda a evitar la sobreexplotación de los recursos naturales. Se consigue que las materias primas originarias sean aprovechadas con nuevos usos sin necesidad de volver a utilizar nuevos recursos para producirlos. De igual modo se evita el uso de métodos de extracción de recursos naturales con gran impacto en el entorno. Gracias al reciclaje se reducen las técnicas invasivas o contaminantes al reutilizar los recursos. Así, por ejemplo, según los datos de Ecoembes, sólo con el reciclaje de envases domésticos (que supone el 8% de los residuos municipales que se recogen), en el año 2021 se evitó en España la emisión de un total de 2,05 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Además de ello se consiguió ahorrar un total de 20,5 millones de metros cúbicos de agua y de 5,27 millones de MWh de energía.
En tercer lugar, supone una gran ayuda en la reducción de la contaminación, protegiendo la salud ambiental tanto de la atmósfera como de los ecosistemas terrestres y marinos.
Por último, también favorece positivamente en la gestión de los residuos. Con las técnicas de reciclaje se reduce la cantidad de desechos sólidos que llegan a los vertederos: disminuir la cantidad de materiales depositados en vertederos incide de forma directa en la huella que éstos dejan en el medioambiente.
El reciclaje por tanto se configura como una de las claves para conseguir los objetivos de desarrollo sostenible. La propia UE ha incidido en ello fijando nuevos objetivos para los próximos años. En concreto, los Estados miembros deben destinar esfuerzos para lograr que en 2025 se recicle un 70% de los metales ferrosos y residuos de vidrio, un 65% de los envases, un 75% del papel y el cartón, un 50 % de los residuos plásticos y de aluminio y un 25% de la madera.