Los envases y embalajes de los productos, además de para conservarlos en perfectas condiciones, sirven como canal de comunicación con los consumidores. A través de ellos se ofrecen datos sobre su composición y propiedades, sus instrucciones de uso o requisitos de conservación. Pero además de ello, el etiquetado de embalaje, también sirven para ofrecer información que muestre a los clientes el compromiso de la compañía y su responsabilidad con el entorno a la hora de la fabricación de envases.
Sistemas de etiquetado de embalaje o ecoetiquetado. ¿Para qué sirven?
El sistema de etiquetado está regido por la normativa de etiquetado. Con los sistemas de ecoetiquetado se consiguen obtener distintivos para identificar productos o servicios que cumplen con una serie de criterios contrastados de sostenibilidad a lo largo de su vida útil -desde la fabricación hasta el uso-, comercialización o el fin de su ciclo de vida. De esta forma se consigue que los usuarios dispongan de información veraz y certificada para conseguir identificar productos o servicios ecológicos.
La Organización Internacional de Normalización (ISO) desarrolló una serie de normas en las que se recogen los principios generales y procedimientos -las normas ISO 14020-, que regulan los principios para el desarrollo y uso de las llamadas etiquetas ecológicas y declaraciones ambientales. Estas normas proporcionan el marco más utilizado para el etiquetado ecológico voluntario de productos y servicios. Según esta norma se diferencian tres tipos de etiquetado.
Etiquetado de embalaje tipo I
Están reguladas por la norma ISO 14024. Se trata de un sistema voluntario de calificación ambiental con el que se identifican y certifican los productos o servicios que presentan un menor impacto medioambiental teniendo en consideración todo su ciclo de vida: desde el diseño, la fabricación y la distribución hasta el uso y la disposición final. Este tipo de etiquetas las otorga una entidad certificadora ajena de la empresa que se encarga de comprobar la veracidad sobre el impacto medioambiental.
Dentro de este grupo se encuentra la Etiqueta Ecológica Europea (EU Ecolabel). Este sistema de etiquetado fue creado por la Unión Europea en el año 1992 y se incluyó dentro del Plan de Acción Comunitario de Producción y Consumo Sostenible y Política Industrial Sostenible de la UE. Cuenta con el respaldo de las autoridades ambientales tanto de la UE como de los Estados Miembros. Su objetivo es promover el uso de productos y servicios que puedan reducir los efectos ambientales adversos con respecto a otros de la misma categoría.
Los criterios para conceder estas etiquetas son establecidos por organismos independientes que no intervienen en el mercado y su aplicación es controlada por un proceso de certificación y auditoría.
Etiquetas tipo II
Estas autodeclaraciones ambientales están reguladas por la norma ISO 14021. En este caso se trata de identificadores que son establecidos por la propia empresa responsable de un producto o servicio y no requieren ningún proceso de certificación por un organismo independiente, es decir, son autodeclaraciones que realiza la propia empresa sobre algún aspecto o característica ambiental de su producto o servicio. Un ejemplo de estas etiquetas son las que incluyen información en la que se refiere la naturaleza biodegradable o reciclable del producto.
A diferencia de las anteriores, este etiquetado de embalaje no abarcan todo el ciclo de vida, sino que se centran en alguna o varias etapas. La norma ISO 14021 orienta sobre el uso de algunos conceptos que se pueden incluir como compostable, energía recuperada, bajo consumo de recursos, reutilizable, rellenable…
Etiquetas tipo III
Las etiquetas tipo III ofrecen un inventario de los datos ambientales de un producto de acuerdo a unas categorías prefijadas de parámetros regulados en la norma ISO 14040. Para establecerlas se cuantifican los impactos ambientales causados en base a un análisis sobre el ciclo de vida del producto (ACV). Los requerimientos específicos de este tipo de etiquetas se recogen en la norma ISO 14025.
Para concederlas, el fabricante -de forma voluntaria- informa sobre el comportamiento ambiental en todas las fases del ciclo de vida del producto a un organismo certificador independiente homologado. Estas etiquetas se diferencian de las del tipo I en que no definen unos criterios sobre la preferencia ambiental de los productos con respecto a otros de la misma categoría. Tampoco establecen unos criterios mínimos por cumplir.
Las etiquetas tipo III son utilizadas para ofrecer a los consumidores información como las emisiones de CO2, su coste energético o el consumo de agua realizado en su fabricación.
Además de este tipo de etiquetado de embalaje hay otros relacionados con el medio ambiente que pueden estar presentes en los envases de los productos en las que se ofrecen información. La Guía de etiquetado ambiental para envases y embalajes realizada por Ecoembes en colaboración con Ihobe y el Gobierno Vasco recoge un extenso desglose de ellos.
Actualmente existen cursos de formación relacionado con el etiquetado ambiental. Ejemplo de ello es el programa Ecoetiquetado ambiental para envases y embalajes con el que se adquieren las competencias no sólo para conocer los principales sellos y etiquetas ambientales, sino también cómo utilizarlos y cuál es su significado.